Tren a la llegada de Hontanares de Eresma |
El 1 de junio a las 10:00 de la mañana parte de Medina del Campo el tren inaugural con dirección a Segovia.
Esta línea fue gestionada por la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España.
La longitud de su trayecto fue de 92 kilómetros, pasando por diversos pueblos de la provincia de Segovia y de Valladolid:
Hontanares de Eresma, Carbonero de Ahusín, Yanguas de Eresma, Armuña, Ortigosa de Pestaño, Nava de la Asunción, Coca, Ciruelos de Coca, Fuente de Santa Cruz, Fuente Olmedo, Olmedo de Adaja, Pozal de Gallinas y Medina del Campo.
Toda la línea era de vía única, donde se construyeron un túnel a la altura de Carbonero de Ahusín y cuatro puentes metálicos. El primero a la salida de Segovia y los siguientes sobre los ríos Eresma, Voltoya y Adaja, siendo estos dos últimos los más largos, 110 metros de longitud.
En 1984 la vía fue renovada desde Segovia hasta Nava de la Asunción pudiendo así alcanzar 110 Kilómetros / hora.
Salida del tren de la estación de Nava de la asunción |
La explotación que se llevaba a cabo era mediante bloqueo telefónico y las estaciones disponían de enclavamientos mecánicos con mecanismos de concentración de palancas accionadoras de desvío y señales. Las señales eran mecánicas, semafóricas y de disco.
Por estas vías circularon trenes expresos, rápidos, correos y mercancías hasta que el Gobierno finalmente clausuró la línea.
Fue una línea que resistió el año negro del ferrocarril español, en el año 1985, pero sólo momentáneamente.
Último tren Segovia-Medina |
Evidentemente, las estaciones de esa línea estaban abandonadas. Y como os podréis imaginar, a mi dueño le dio por ir a visitar las que aún se mantienen para hacer un reportaje sobre aquella antigua línea.
La primera estación a la que fuimos, por cercanía, fue la de Ortigosa de Pestaño. Aunque mi dueño ya había estado allí, eso había sido antes de que yo llegara a él.
Esta estación esta en muy buen estado. Las vías han desaparecido por completo pero aún puede verse el anden donde los viajeros esperaban a subirse al tren.
En el interior podemos ver aún el aspecto que tenía el vestíbulo de la estación con sus taquillas. No queda ya nada de mobiliario, pero al menos no ha sido vandalizada con grafitis.
Al otro lado de las taquillas aún podemos ver el armario de los fusibles y en el cuarto contiguo el cambio de agujas.
Nuestra siguiente parada fue la estación de Yanguas de Eresma. A pesar de que lleva el nombre de este pueblo, se encuentra a unos tres kilómetros de este.
La estación no cuenta con techado a diferencia de la de Ortigosa. El estado, al menos en el exterior, es bastante bueno. Aún conserva el color rojizo de la fachada así como las ventanas y las puertas. Desde el andén podemos hacernos una idea de cómo los viajeros esperaban la llegada del caballo de hierro junto al edificio.
El interior está bastante destrozado. No porque las paredes vayan a caerse, sino por el destrozo del poco mobiliario que queda y porque parece que los pueblos colindantes lo usan de basurero. Aún se pueden observar los horarios de los trenes que por allí pasaban. Montones de papeles acumulados en el suelo.
Junto al edifició de la estación en sí tenemos otros dos edificios: una nave con acceso a las vías (las únicas que aún se conservan) para cargar mercancías y otro que ahora alberga en su exterior una torreta eléctrica y del cual ignoramos tanto yo como mi amo la función que tuvo antaño.
Para terminar la ronda del día nos dirigimos a la estación de Hontanares de Eresma. También se encontraba algo lejos del pueblo que le da nombre, aunque no tanto como la de Yanguas.
El edificio se encuentra en bastante peor estado que los de las otras dos estaciones. Todos los posibles accesos al interior estaban tapiados, aunque mi dueño intentó saltar por un pequeño hueco que había en uno de esos tapiajes. Al volver a bajar (había una rejo y no consiguió entrar) me contó que el techo se había derrumbado. Entendí entonces el por qué de las tapias que impedían el acceso al edificio.
Junto a la estación, al igual que en Yanguas, había una nave, aunque esta mucho más pequeña. En los alrededores de esa nave también se conservaban pequeños tramos de vías e incluso un cambio de aguja que, al probar a accionarlo, comprobó mi dueño que aún funcionaba.
Tras esta última visita del día volvimos a casa. Mi dueño llegó a la conclusión de que esta antigua linea se merece continuar el reportaje con más estaciones y vestigios que quedaran de su recorrido. Eso quiere decir que me hará volver a salir hacia allí cualquier día. Pero eso ya será para otra vez.
Muy interesante e instructivo. Me alegra ver que hay a quien le gusta no dejar caer en el olvido tan pronto lo que fue parte de nuestro pasado, aunque sean cosas sencillas y humildes, pero que han marcado lo que somos ahora y nos traen el aroma de sus recuerdos a través de los años, antes de que se esfumen por completo en las brumas del tiempo. Muy buen trabajo. Muchas gracias.
ResponderEliminarSiento una gran pena e indignacion con lo sucedido a este fc. cenicienta del de Avila, lean el libro Segovia contra Segovia.eletificado en 1968 renovado a medias en el 84 cerrado en el 93,hoy no hubiera sucedido, en fin ferrocarriles españoles diseñadosy manejados por ineptos y corruptos hoy lo arreglamos todo con Aves y vias verdes. Saludos a ferroviarios y aficionados de corazon.
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