domingo, 18 de agosto de 2013

Esperando al tren: la estación semiabandonada de Casillejo-Añover

Después de la visita al aquapark, y debido a que como era de esperar mi dueño no se conformó con visitar aquel lugar tan solo ese día, nos dirigimos a la estación de Castillejo-Añover. No sabíamos si estaba completamente abandonada o si aún pasaban trenes por ella, aunque mi dueño creía que sí.

La estación fue inaugurada el 12 de septiembre de 1853 con la apertura del tramo Aranjuez-Tembleque de la línea férrea entre Madrid y Almansa que prolongaba el trazado original entre Madrid y Aranjuez y que tenía por objetivo final llegar a Alicante. Fue construida por parte de la Compañía del Camino de Hierro de Madrid a Aranjuez.

La presencia de industrias cercanas como la cementera Asland hicieron que el lugar tuviera un tráfico elevado de trenes de mercancías. Su alejamiento de los núcleos urbanos y su escasa actividad actual la han llevado a una situación de semiabandono. 

Actualmente pasan por ella tanto líneas de Media Distancia como trenes de mercancías, aunque el edificio de la estación está completamente abandonado.

Lo primero que observamos al llegar allí fue que estaba completamente vandalizada con grafitis. A pesar de que, por fuera, el edificio principal parecía en bastante buen estado, las pintadas, de escaso valor artístico (una puta mierda, vamos...) restaban bastante interes y belleza.



Avanzando un poco más encontramos el viejo edificio de la torre de enclavamientos. Este edificio se encontraba en un estado bastante más interesante. Al cubrir la parte baja de la torre una espesa capa de vegetación, esta no se encontraba cubierta de grafitis.



El interior de la estación se encontraba por completo destrozada. También muchos grafitis cubrían las paredes del interior de la estación, así como viejos sillones y colchones y muchísima basura.




Junto a estos edificios, en uno de los andenes, se encontraba un viejo tren de pasajeros abandonado.  Al igual que la estación, este se encontraba completamente destrozado en su interior y su exterior estaba cubierto casi por completo por pintadas.




Tras esta breve y, para mi dueño, defraudadora visita decidimos volver a casa sin pasar por el otro destino que estaba previsto. El cansancio parece que hacía mella en mi dueño y yo no puso ninguna objeción a esa sabia decisión.

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